miércoles, 30 de mayo de 2012

 Tomás Segovia en "El Comercial" 1 de octubre de 2011. Foto: JB


Cuarto rastreo

Por una vez me lo diré a mí mismo
Porque tampoco tiene cara para nadie
Quien no sabe qué cara poner ante el espejo
Porque tiene que haber un sitio
Donde yo siempre dé la cara
A todo aquello a lo que alguna vez
No pude dar la cara

Por una vez me lo diré en secreto
Confesaré para mí mismo que nunca quise en serio
Ganarle a nadie una victoria
Ni defender un sitio
Que creyese de veras que era mío
Ni hallarme a la cabeza de algún sonoro grupo
Enarbolando una bandera

Por una vez me lo diré en un sitio
Donde pueda decirme
Sin ser oído de ninguno
Que soy yo el más valiente
Soy el que no le teme
A la dulzura a la ternura a la emoción
Al peligroso amor ingobernable
Que soy aquel que imperdonablemente
No teme ser amado
Se atreve a dar la cara a esa deuda insaldable
Y prefiere arriesgarse a morir endeudado
Pero no mentirá que nada debe

Por una vez será al espejo
Al que plantaré cara
A quien confesaré sin ser oído
Que al fin y al cabo no hubo nada
Que pudiera curarme la adicción
A esos hipnóticos momentos silenciosos
De dicha en paz en el frescor del mundo
Que todo el desaliento
Y la desilusión la ofensa el desamparo
No me impidieron nunca volver una y mil veces
A detenerlo todo en torno
Para mirar alzarse y adueñarse de mí
La emoción de estar vivo
Que todos los recelos
La lucidez la madurez la duda
La desconfianza no bastaron
Para hacerme escapar ante el sonrojo
De no saber vencer un sentimiento
Pueril de gratitud

Por una vez podré decir
Sin que haya nadie que me contradiga
Que no es lo mismo el que desea
Que el que codicia algo
Como no son las mismas las palabras
Dichas para escuchadas
Que dichas para obedecidas
Ni tampoco es el mismo el que me habla
Para decirme algo
Que el que me habla para que me calle

Porque cualquier palestra
Siempre está hecha para que alguien gane
Y alguien no pueda dar la cara
Y por eso yo tengo que buscar el espejo
Apearme por fin de las palestras
Hablar donde no llega la pelea
Donde no está ensuciada la luz de la palabra
Con esta o con aquella competencia
Donde no tengo que dar cuenta
A nadie que a su vez no me dé cuenta
Donde puedo decir que no es lo mismo
Vivir que hacer la guerra
Sin que nadie por ello me haga guerra
Queriendo avergonzarme
En alguna madura y lúcida palestra

Por una vez daré por cierto
Que no tengo por qué justificarme
Si el dedo del reproche me denuncia
Por mi complicidad secreta
Con los vientos las lluvias las tormentas
El rumor pensativo del follaje
Las adictivas flores
La cadencia narcótica y fraterna
Con que se mueven las mujeres
La astucia con que el tiempo disimula
Su lentitud nativa
La obstinada lealtad con que la infancia
Nunca dará a torcer su brazo
Y tantas otras cosas que no enseño
No porque tenga que esconderlas
Sino porque no tienen afuera ningún precio

Por esta sola vez no doy la cara a nadie
No respondo de nada mío afuera
No reivindico nada salvo frente al espejo
Por esta sola vez me lo diré a mí mismo
Esconderé bajo mi cauta capa
Todo lo que no supe desnudar
En los inamistosos descampados
Todo lo que no supe nunca defender bien
En la desolación de la intemperie
Lo que siempre juzgué que sólo debe
Frente a otra intemperie mostrar su valentía.


Junio de 2010.
Tomás Segovia

viernes, 2 de marzo de 2012

Rincón del estudio de Tomás Segovia en Madrid. 31 de enero de 2012. Foto: JB


No hubo un solo día en que la luz
no dejara en su frente un trance
un hechizo una señal de que era en él
donde la claridad había elegido
abrirse al que quisiera verla.

La claridad del día
en su lúcida extensión sin un reproche.
La de la noche en su espesura sin cascajo.

No hubo un solo día
En que la luz no lo eligiera

      
                     Francisco Segovia

martes, 28 de febrero de 2012

Retrato de Tomás Segovia por Ramón Gaya. 1949. (Detalle)


TAL VEZ SE LLAME MUERTE

Tal vez se llame Muerte lo que anhelo;
tal vez se llame eterna noche, olvido;
tal vez se llame así, que en lo vivido
nada alcanza a medirse con su vuelo;

tal vez se llame Muerte por quien velo,
por quien quise quizá cuanto he querido;
tal vez tan sólo por la muerte ha sido
por quien velaba, y quien me dio consuelo.

Tal vez se llame todo Muerte y Nada,
-mas tal vez no se llame. Si abrasada
de nuevo cada día que amanece,

la insobornable sed que me enardece
bebe la vida como un licor fuerte,
tal vez no todo al fin se llame Muerte.

Tomás Segovia.
Del libro: "La triste primavera". (5.5.50)

sábado, 25 de febrero de 2012


Tomás Segovia en el Café Comercial from Gonzalo Ballester on Vimeo.

Homenaje a Tomás Segovia en el Café Comercial. Vídeo realizado por Gonzalo Ballester para dicho homenaje, que tuvo lugar el pasado 31 de enero de 2012 en el café Comercial de Madrid


Hasta el fin


En el gran chopo frente a mi balcón
Tan seguro de sí y sin altanería
Tranquilamente vivo
Mientras amarillea ya por trechos
Su verde población
Qué claramente distinguimos
Las hojas pálidas que más agita
Desentendido el viento
Las que más sin querer se balancean
Las que más locamente giran
En torno a su peciolo
Las que van a caer más pronto


Hay una que hace días
Vapuleada más que todas
Tironeaba atropellada
Más que cualquiera otra
Se aferra más que todas
Su voluntad entera convertida
En uñas, dientes, garras


También ella hasta el final resistirá
A este atropello sordociego
Que la quiere arrancar de la densa hermandad
De verdores de sueños de susurros
De inevitable don de amor
A la que tan del todo pertenece
                                                       27 sep 2011